La meta de toda la acción educativa de
Don Bosco es
llevar a los jóvenes al encuentro
con Jesús,
el único que puede colmar de sentido
toda vida humana.
En su escrito sobre el Sistema Preventivo, Don Bosco afirma:
‘La práctica de este sistema está apoyada en las palabras de San Pablo: La
caridad es benigna y paciente… Todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo.
Por consiguiente solamente el cristiano puede practicar con
éxito el sistema preventivo.
Razón y religión son los medios de que ha de valerse
continuamente el educador, enseñándolos y practicándolos si desea ser obedecido
y alcanzar su fin.’
Y más adelante: ‘La confesión y la comunión frecuente y la
misa diaria son las columnas que deben sostener el edificio educativo del cual
se quieran tener alejados la amenaza y el palo. No se ha de obligar jamás a los
alumnos a frecuentar los santos sacramentos, pero sí se les debe animar y
darles comodidad para aprovecharse de ellos.’
Y es que para Don Bosco, Jesús y María eran una presencia
viva y cotidiana… En ellos encontraba constantemente la fuente y el motor para
dedicarse a la educación de los jóvenes. Mamá Margarita le había enseñado a
leer la presencia de Dios en lo cotidiano, en la creación, en los
acontecimientos gozosos y tristes de la vida. De ella había aprendido a mirar
con amor a los más pobres y necesitados, y a ser generoso con ellos
transformando su piedad en caridad concreta, sencilla y genuina…
¿Tuve la
oportunidad de descubrir y hacer experiencia del gran amor de Dios por mí
y de su
llamado a ser su discípulo/a y misionero/a de su ‘Buena Noticia’?
¿Me doy
tiempo para encontrarme con Jesús, dejarme amar por Él?
El reciente documento ‘Vayan y enseñen’ nos invita a actualizar,
reforzar o rescatar la identidad de la Escuela Católica para que ‘Jesucristo
sea conocido, amado, seguido y anunciado con ardor…’, y por eso, vivir una auténtica
renovación pastoral. De este modo se hace eco del documento de
Aparecida, que nos invita a ponernos en estado de misión permanente:
‘Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de
irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre
de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del
Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza.’
Y es que en medio de este mundo tan materialista, acelerado,
en el que cada uno busca con afán ‘tener’ aquellas cosas que lo hacen sentir
‘más’ o ‘mejor’, en realidad cedemos a la tentación de fijar nuestra esperanza
y nuestra felicidad en los bienes materiales y vamos perdiendo humanidad… nos
vamos perdiendo a nosotros mismos… vamos perdiendo el ser ‘comunidad’…
¿Qué
necesitaríamos repensar y modificar para hacer nuestra vida más humana?
¿En qué
medida podemos, desde nuestro espacio curricular, ayudar a nuestros alumnos,
futuros docentes, a recuperar la humanidad,
y a educar
en una vida auténticamente humana a través de su acción docente?
En la vida y la propuesta educativa de Don Bosco hay algunas
constantes que reflejan lo esencial de la Espiritualidad Juvenil Salesiana. En el
siguiente cuadro están presentes:
-
el
centrar la vida en Jesús Resucitado, Palabra, Pan, y Luz que da sentido a toda
la vida;
-
el
descubrir su presencia cercana, de cuidado, llamado y aliento en todo lo que nos
pasa;
-
el
vivir la vida como ‘vocación’, es decir como una respuesta de amor a los
llamados que Dios nos hace en lo que se nos presenta… como el Buen Samaritano;
-
el
descubrir lo positivo, y cultivar la ‘fiesta’ y la verdadera alegría, signos
del amor de Dios,
-
el
abrazar la cruz con Jesús, al cumplir con responsabilidad y amor nuestro deber
cotidiano de estudio y trabajo;
-
el
comprometernos en la construcción de una sociedad mejor, más justa, solidaria y
fraterna, y comprometernos en la búsqueda del bien común para toda la familia
humana, sobre todo a través de la educación;
-
el
unirnos en la oración para alabar a Dios por su presencia de amor en nuestra
vida. Cuidar los momentos de oración y encuentro con El en la Eucaristía;
-
el
vivir en comunión y colaboración con todos aquellos que trabajan y luchan por
un mundo mejor, sintiéndonos parte viva de la Iglesia.
¿Cuál de
estos rasgos está más presente en mi vida?
¿Cuál
siento que necesitaría reforzar para crecer en mi vida espiritual?
¿Hay otro
que no siento aquí contenido, pero que me ayuda mucho a vivir mi fe?
Mirando a Don Bosco, descubrimos de cuántas maneras él
trataba de llegar a sus chicos para comunicarles esto que ardía en su corazón,
y ayudarlos a pensar en estas cosas y crecer como ‘buenos cristianos y honestos
ciudadanos’:
-
en
el ambiente de Valdocco, Jesús era una persona viva, y los carteles, las
imágenes, el lugar de la capilla… todo invitaba al encuentro con Jesús,
-
él
rezaba personalmente y con sus chicos para pedir a Jesús luz, para confiarle
las necesidades de la comunidad, de la Iglesia, de la sociedad de su tiempo,
- en
sus palabras y mensajes (Buenas noches, palabrita al oído, etc) siempre había
un mensaje de fe,
-
escribió
las Lecturas Católicas para acercar de forma atrayente un mensaje de fe, las Biografías
de los chicos ejemplares, que ponía como modelos a los compañeros. Siempre
cuidaba ‘alimentar la mente y el corazón’ de sus chicos con ‘alimento nutritivo
para el alma’.
-
proponía
muy frecuentemente los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, así
como la confianza y el amor a María,
-
organizaba
con dedicación la celebración de las fiestas religiosas,
-
hacía
que sus chicos crecieran sensibles y solidarios a las necesidades de sus
compañeros y del ambiente social (recordamos su reacción frente a la epidemia
de cólera).
Todo se vivía con mucha naturalidad, con intervenciones
breves pero incisivas, precedidas por hechos y acciones que disponían el
corazón a acoger el mensaje.
Y Don Bosco no andaba con medias tintas... proponía a sus jóvenes la meta más alta: la santidad: una santidad al alcance de todos... porque como decía Domingo Savio: la santidad consiste en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, como Jesús lo quiere.
¿Qué lugar
damos en nuestra acción educativa a las propuestas de fe? ¿En qué medida
podemos decir que formamos ‘educadores cristianos’, 'educadores santos'?
¿Cómo
podríamos en nuestro profesorado y a partir de la realidad tan heterogénea de
nuestros alumnos, ayudarlos a ‘encontrarse con Jesús vivo’ y crecer en la fe y
en la espiritualidad salesiana?
En este sentido, en el
encuentro surgió la propuesta de invitar más frecuentemente durante el horario
de clases a espacios de oración y vida sacramental, y renovar las ‘buenas tardes’
con la reflexión de algunas canciones. Qué les parece?